18/8/08

LA ÓPERA DE LAS ABEJAS

Aquella primavera, las abejas libaron sin cesar las flores de Langlade, produciendo una armonía musical de carácter grave.
A Aurélien Rochefer le gustaba esta música ensordecedora, aunque desprovista de variaciones, de silencios y de suspiros. La encontraba de una belleza total.
Le gustaba tanto que había acabado por darle un nombre: la ópera de las abejas.
(Maxence Fermine, El apicultor)

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