Los siete deseos abrieron sus cuerpos al río del tacto y fueron las manos las que comenzaron su largo recorrido iniciático. Ese periplo duró mucho tiempo y preparó sus bocas para afrontar la vasta oquedad del beso. Esos besos, los situaron más tarde en el umbral del gemido, idéntico al del sueño y sus porosas comarcas de lluvia y fuego.
(Jesús Ferrero, Bélver Yin)
6/11/08
7 DESEOS
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