"Hablar con él podía compararse a tocar un exquisito violín. Respondía a cada tañido y a cada vibración del arco...Había algo absolutamente cautivador en esa influenciabilidad. No hay nada como eso. Proyectar nuestra alma en alguien encantador y dejar que se quede allí un instante..."
( Oscar Wilde, "El retrato de Dorian Gray")
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